Algunos internautas pueden llegar al exceso de volverse una figura popular en la ciudad bien sea por su “espantajopismo”, su labor en medios, o por ser, lo que yo llamaría: “los hijos renacentistas de las redes” que se pueden identificar fácilmente por sólo ver sus números de seguidores o amigos superando los 1.000; no con eso sus opiniones y afirmaciones sobre hecho, acto o sugerencia bien sea con algún evento o esas publicaciones sobre sus superaciones personales por abusos de drogas legales o mero entusiasmo de alguna frase airada para sin ser consciente crear debate a veces vacíos, sin pretensiones de alguna mejora para la sociedad o para ellos mismos.
No sé si quizás es un movimiento por salir a flote en un mar donde hay muchos que desean mostrarse. Es raro que en estos momentos de la humanidad tengan que mostrar el grado de evolución mental con estupideces, con historias donde parecen cual novela mexicana y sus dramas, no sé si estar de acuerdo pero sí, a veces me asombro por la cantidad desmedida de “me gusta” a comentarios tan simples, vagos y nada contributivos al desarrollo del intelecto.
Los hijos renacentistas de las redes se caracterizan por tener amigos comunes entre sí, con más de 200 otras personas en común e igual número de curiosidades e intereses comunes, como series, libros, música y hasta tendencias similares. Sin embargo, lo que deja a uno perplejo es el magistral ego que con orgullo cargan y que a pesar de todo no entiendes porqué.
Pero también están los buenos, aquellos que contribuyen al desarrollo y búsqueda de nuevas cosas, hacen aportes significativos al diario vivir, tampoco andan alardeando de las cosas a su alrededor, sólo haciendo críticas constructivas, de algunas más sagaces que otras pero sin duda, menos manipulable que los primeros.
Todos somos consumistas de las redes, algunos en mayor proporción que otros, al punto de lanzar en sus estados cosas banales o esas opiniones jodidamente incoherentes.
Creo que deberíamos ser más populares con nuestro interior que en la redes, al fin y al cabo, en un posible desastre,
¿Qué tan real podría ser su aporte?
Enviado por Ux Sierra para Lo Saqué Del Bolsillo
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Fotografía:
Ux Sierra
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