Una flor parió un suspiro en medio del desierto y dibujó en el cielo
huracanes con los ojos llenos de miedo.

Era una flor distinta.
Ojalá no la vieras.

Sus pétalos suturaban todo el aire cortado que se arrastraba moribundo desde la ciudad.

Había resistido años.
Sobrevivido.
Supervivido.
A falsas primaveras,
a los más agrietados inviernos,
a las más dulces mentiras.

Emigró hasta aquí,
a esta soledad caliente,
y nunca nadie la vio,
nadie la echó de menos,
porque no pertenecía a ningún lugar.
Porque sabía que ningún alguien
la reclamaría.
Porque nunca nadie la ganó.

Indomesticable hasta los pistilos.

Lloraba y el sol se humedecía por dentro,
estremecía de extremo a extremo el universo,
todo lo que estaba a su alrededor huía para no morir sumido en un mar de tristeza.

Era jodidamente terrible.

Estaba cubierta de polvo y smog,
de recuerdos y canciones,
de una belleza tan silvestre que despeinaba paisajes y revolvía el lado instintivo de quien se atrevía a mirarle.

O sino mírenme.

Porque la vi,
porque yo también fui bosque,
y me llené los bolsillos y
la cama de flores.
Y vi sobre mí desfilando a cientos de mariposas,
aleteándome sus pretensiones.

Escuché gemidos como canciones
y bailé sin mover un pie.

Lo tuve casi todo.

Pero ella que llevaba mil cicatrices bajo tierra, en sus raíces.
Que lloraba hasta ahogar bosques enteros.
Que asesinó miles de flores.

Llegó a arrebatarmelo todo,
entregándome sus armas
y ejecutando hacía mí el asalto.

Ella,
único rehén,
único testigo,
acabó por convertirme en aquél desierto.

Enviado por Efrain Carbonó para Lo Saqué Del Bolsillo
Encuéntralo en Facebook como Sawyer Tom, o en su Blog Varios-des-varíos.

Fotografía:
Michael Garcia

Desperté de la anestesia un poco atontado, Carlos está a mi lado. Me cuenta divertido la noche que Anna y él pasaron juntos. Unas punzadas de celos insisten en atacarme. Ya no sé si siento celos por él o por ella. Tampoco importa. Ella por fin es libre. Ahora solo seríamos Carlos y Esteban. Con fuerza pellizco su mano. — ¿Por qué hiciste eso?
Tenía razón, suavemente me acomodo en su pecho. La culpa siempre es de Carlos.

_
Enviado por MayBen para Lo Saqué Del Bolsillo

Un minuto de silencios por la magia.

Ha rugido el cielo y ni eso me ha espantao', en este rincón soy inmutable, mastico pedazos borrosos de otras vidas
y cago al mismo tiempo para equilibrar la mierda que entra con la que sale.

El suelo está manchado con la sangre de nuestros cabellos,
está invadido de hormigas con la perseverancia amputada por un conector USB,
está mi cara aferrada a las baldosas, con la risa de un payaso que ha repetido por enésima vez la única tontería que lo mantiene al límite de la supervivencia.

Cierro los ojos, eternamente, mientras el mundo salta y corre a mi alrededor, y los niños se llenan de parques, y las voces se hacen más y más opacas, como la silueta de un adiós a lo largo de la carretera,
como un sueño efervescente flotando boca abajo a la mitad de un río,
como un futuro que se cagó de miedo ante el filo del abismo del presente.

Y
luego
pasa

Escribo y empieza a hervir la paz de este charco de guerras, donde salpicarnos era divertido
hasta que se nos mojaban las mentiras, y nos entraba el pánico de vernos húmedos, de sabernos rompibles, como un poema en medio de un orgasmo, eyaculando fantasmas y metáforas, con el miedo de la ilusión a los besos imposibles, con el afán de gastar todas las prisas exprimiéndonos los ojos.

Enviado por Efrain Carbonó para Lo Saqué Del Bolsillo
Encuéntralo en Facebook como Sawyer Tom, o en su Blog Varios-des-varíos.

Fotografía:
sivinjski danijel