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De la intrascendencia de las franjas matutinas

martes, agosto 11, 2015Bolsillo Público



“La televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural”
Federico Fellini


Quizá se podría incluir también a la radio en la frase del cineasta italiano. Aunque a decir verdad no es la televisión o  la radio per se quienes nos conducen a la degradación de nuestro sistema cultural. Estos medios son sólo eso, medios, partícipes de tal detrimento y espejos del mismo.
Como medios, la televisión y la radio sirven para transmitir cosas, sobretodo información. Pero, ¿Qué tipo de información nos está siendo transmitida? Y no hablo de lo que nos muestran los noticiarios, porque muy probablemente por su mente pasaron las imágenes de noticias violentas y devastadoras presentadas hasta cuatro veces al día por los canales nacionales. Quiero dedicar este espacio especialmente a esas extensas franjas matutinas que ya se están volviendo tan tradicionales en los canales privados y en algunas emisoras radiales. Aunque a decir verdad, casi, y si no, toda la parrilla de programación de los canales privados está apta para incluirla en el discusión.
Quédese en casa viendo televisión una mañana, la televisión de los canales a la que la mayoría del pueblo tiene acceso, la de la señal que se puede coger con antena hecha con parrilla de abanico, la de los canales privados nacionales. Omitiendo las noticias, la dedicará toda a Día a Día, o en su defecto a Muy Buenos Días, a un par de telenovelas y a un montón de comerciales de productos caseros principalmente.

Por otro lado y algún otro día, en el mismo horario sintonice alguna de las emisoras radiales populares de la ciudad, como Olímpica Stereo o Rumba Estéreo. Escuchará algunas canciones que estén pegadas recientemente y una recocha de locutores tratando de dar alguna noticia cuando están descansando de ‘mamar gallo’.
Por el lado de la televisión hablan de lo que pasó ayer y pasará hoy en sus telenovelas, traen al recién eliminado de su reality show del prime time, entrevistan a artistas (a veces hasta se le meten al rancho), hacen concursos con ‘celebridades’ que a veces ni se sabe por qué son célebres. También, le dicen lo que deparan los astros hoy para su vida, dan recetas de cocina y tips de belleza, discuten el escándalo de moda en las redes sociales y transmiten reflexiones espirituales (son bien temprano e independientemente su credo son positivas –sobretodo para salir de la casa un poco más motivado-). Por el lado de la radio, pues, digamos que intentan hacer reír a la gente con temas de ‘actualidad’, no siempre con los resultados esperados.



En ambos casos se da cuenta usted que los contenidos son, en su mayoría, triviales, superficiales, intrascendentes, fútiles y superfluos; con muy poco contenido de peso, trascendente, educativo. Inclusive, cuando incluyen notas de donde se pueda extraer información interesante la entregan con equivocaciones, o sea, terminan desinformando. Para la muestra un botón: hace un par de días escuchando los índices económicos transmitidos por una emisora escuché decir que los traían a nosotros desde Luxemburgo, Alemania. No sé a qué cantidad de personas les habrá quedado que Luxemburgo queda en Alemania, pero supongo que son muchas. Por si las moscas, Luxemburgo es un país independiente; es, incluso, un Gran Ducado.
Si bien es cierto estos son programas esencialmente de entretenimiento; no obstante, quienes hacen parte de ellos, como comunicadores sociales y periodistas (no sé si todos lo sean, aunque lo ideal sería que sí) deben procurar ser veraces por lo menos. Es que siendo muchas las personas que escuchan y/o ven este tipo de programas, por consiguiente serán muchas las personas influenciadas por los mismos. Estos programas terminan definiendo en los individuos aspectos como los temas de conversación, las opiniones, el léxico, los gustos, e incluso comportamientos sociales. Por ende no sería mala idea sino más bien una muy buena el utilizar esa influencia de manera adecuada, utilizarla en beneficio de la sociedad en general.
Como ya mencioné anteriormente, son programas esencialmente de entretenimientos, los cuales también tienen derecho a un espacio en la parrilla. Y es que el punto no es dejar de transmitirlos, no es no divertirse, tampoco dejar ser jocosos y alegrarse riendo un rato; yo también me río cuando, yendo en el bus, se escucha la sección del ‘Mercado público’ de ‘Temprano es más bacano’, aunque a veces se pasen de nota. El punto es tener más conciencia de lo influyente que sé es y colaborar mucho más a la construcción de una mejor sociedad. El punto es dejar de distraer tanto al público, de enajenarlo alrededor de temas banales e insustanciales, de mantenerlos en ignorancia y mediocridad y de estimularlos a ser complacientes con estas; es promover programas más formativos, más educativos y más ricos culturalmente; es, en resumidas cuentas, no dedicarle tanto tiempo a programas de este tipo, porque a ciencia cierta no es tan necesario que digamos.


"Sé parte de ello"
La sociedad necesita mucha más cultura, más arte, más música, más folclor, más historia, más ciencia, más emprendimiento, más crítica, más modelos positivos, más conciencia, más paz, más educación, más de un montón de cosas que muy seguramente usted no conseguirá si se dedica toda la mañana a ver RCN o Caracol, o a escuchar Olímpica o Rumba. Se necesita de todo esto, con calidad, por supuesto.
Así como hoy en día la mayoría de programas de la televisión nacional y la radio locales reflejan  la derrota de nuestro sistema cultural, mañana podrían reflejar también su desarrollo, su mejoría. Es más, aquellos que no están en esa mayoría lo están haciendo. Todo depende de qué transmitamos a través de estos medios; o mejor dicho, de quién lo transmita, ya que después de todo el dueño del circo es quién decide cuáles funciones van y cuáles no.





Enviado por Kevin Monterroza Vélez para Lo Saqué Del Bolsillo



Fotografías:
Steve Grundy
Andrew Gets
Parlamento Europeo

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