Eran las 3 de la tarde cuando llegamos a la estación Parque Cultural sobre las ruedas de un Transmetro, el sol y el calor nos hacían desear quedarnos bajo ese techo; sin embargo, salimos de nuestro confort para escuchar el mal de los demás, un mal que no estaría ni cerca de los quejidos que podíamos lanzar sobre el clima de la ciudad de Barranquilla, tan cambiante que cambiaba incluso el modo de vivir de las personas que a diario laboran en en el Paseo Bolivar.
Caminamos dos cuadras para llegar a la imponente estatua de Simon Bolivar, que hace más que representar al héroe histórico nacional, soporta cualquier tipo de clima que caiga sobre él, desde el sol inclemente hasta lluvias torrenciales, asunto que no pueden soportar los personajes de carne y hueso del lugar.
"La vida es dura" de eso están completamente seguras las personas que trabajan en negocios informales en el centro de la ciudad de Barranquilla. "Nada está seguro" pero es mejor "asegurar su platica"
Desde limosneros, chanceros, vendedores de pomadas, de frutas, de zapatos, de ropa y de cosas que rozaban la legalidad como animales... Todos miraban al cliente con ansias de que le compraran, "la situación está muy dura y más con esta lluvia"
Caminando alrededor del héroe nacional nos topamos una señora que saludaba con voz ronca: "A la orden, el baloto, este año cae en Barranquilla". Llamada Aida Martinez, es una de las tantas mujeres que trabajan en el Paseo Bolivar desde que inicia el día hasta que acaba. Con 62 años ha permanecido en el lugar desde hace 20 años, actualmente se dedica la venta de chances o lotería y con varias preocupaciones económicas sobre sus hombros se haya en su mesa de trabajo desde dulces, minutos, bolas de tamarindo hasta los papeles de la suerte que cualquiera desearía ganar.
– Yo llevo 20 años en el Paseo Bolivar, primero trabaje como ascensorista en el edificio Colseguros, de ahí me echaron y justo cuando mataron a Rafael Orozco yo me vine para acá.– En su cara las arrugas se le curvaron en una expresión de indiferencia pero sus ojos se dirigieron al piso como queriendo decir: "No me importa, pero era mejor"– Acá el problema es Espacio Público, como la lotería paga impuestos quitan a todos los que están por acá menos a mi, pero cuando se rebotan dan ganas de correr.
Según el DANE hay 54,4% de personas trabajando de manera informal en la ciudad de Barranquilla, que así como Aida aguantan sol y lluvia para poder llevar dinero a su casa.
– Acá es como todo negocio, hay temporadas de mejores ventas, por ejemplo en Diciembre se vende mejor y hay que aprovechar para guardar platica, no gastárselo todo porque el resto del año las ventas no son tantas.– nos dijo mientras sonreía a un transeunte, alguien que podría ser un cliente.
–Las bolitas de tamarindo son para ayudarme, porque ahora mismo, como le digo, las ventas están duras. Y con toda la tecnología, con el baloto por internet, peor.– señalaba la ponchera que tenía al frente llena de las dichosas bolas de tamarindo.– El problema de las ventas ahorita, es más por las lluvias; yo todos los días me pongo aquí pero cada vez que llueve me tengo que mover debajo de los negocios de las otras personas.
Los ruidos de los carros y de las personas que quieren llegar lo más pronto posible a su lugar de destino y el cielo oscureciendo a las 4 de la tarde solo significaba una cosa: Lluvia, y Aida no quería que le tocará refugiarse en carpas ajenas igual que los días anteriores.
El clima de Barranquilla es inestable, los días de brisa son los más deseados, los de calor los más comunes y los de lluvia los más odiados por una sola razón: los arroyos de la ciudad, aquellos que detienen trabajo, estudio y cualquier plan que se tenga para ese día.
– Si llueve de noche, no me puedo ir de aquí hasta que el señor al que le entregamos la lotería venga, entonces es peor si llueve de noche y esas calles se ponen muy pesadas, el tráfico y la gente también.
Aida deseaba la lluvia porque no quería más sequía, pero ahora que hay lluvia desea no haberla deseado.
A eso de las las 4:30 las nubes negras se agruparon y empezó un leve sereno con el que Aida y varias personas más levantaron sus mercancias y se movieron debajo de carpas, o se fueron. El clima que a las 3 de la tarde había sido solo calor y sol, ahora significaban lluvias y pocas ventas.
– Lo bueno de acá es que me distraigo, no me quedo sin hacer nada en mi casa, me río de las cosas que pasan, como ahora que empezará a llover, ayer fue el mismo cuento.
Por Andrea Cervera para Lo Saqué Del Bolsillo, con la colaboración de Leydis Nieto.
1 comentarios
NO entiendo qué tiene que ver un vídeo del Binomio de Oro en la nota
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