Mis pies están sucios.
Dijiste que podía andar hasta el fin del mundo, pero no me he movido un centímetro.
Sólo pide por esa boca. Grité y me revolqué, te serví y te rompí, me expandí y colapsé dentro de ti, me chupé todo tu dolor, sin pensarlo dos veces, me ahogué y nunca se volvió a saber de mí. ¿Qué quieres?
Mis manos fueron hechas para alcanzar pero mis dedos están rotos como mi cerebro y quiero romperme, romperte en dos. Ven, déjame amarte, que es lo único en lo que soy excelente.
Creí saber mucho pero ando en puntas de pies y miento, adivino y apuesto. Nunca me creí afortunada. Mis costillas nunca se sintieron afortunadas, magulladas y verdes como estaban.
Creo que debí estar dormida cuando las vides treparon sobre mi piel y dentro de mi vientre. Hay flores dentro, nomeolvides que no han de convertirse en gritos; y pies pequeños y suaves.
Nunca he sido de las que tienen lo que quieren. Dicen que tienes lo que necesitas, debo ser rica de todas las formas correctas, mi buzón permanece vacío.
Pero, ¿cuánto has esperado en la fila por tus bonos de alimento antes de darte por vencido y regresar a casa derrotado? Estoy hambrienta y frágil, pero la estamos pasando tan bien, ¿quién necesita alimento, de todas formas? Las vides se alimentan a sí mismas y me mantienen derecha.
Debí saber, debí saber que no me convenía revolcarme y patear, porque se me cayó la garganta y los silbatos deben sostenerse entre los labios.
Así que camino y camino en círculos diciéndome a mí misma que estoy yendo a lugares pero siempre asegurándome de no haber cortado la línea, temo el bosque de noche, así como a la tibieza debajo de mis pies. Cavaría hasta el centro de la tierra por ti y dejaría que las llamas me consumieran entera, pero te das gusto desaprobando mis pies sucios.
¿Alguna vez has enterrado los dedos en la tierra bajo ellos?
¿Te has aguantado un sollozo por miedo a que tu alma escape al infinito más rápido de lo que tus dedos puedan aferrarse a ella? Me he quedado levantada tantas noches como cosas tú has dicho, como espejos tú has roto.
¿Hay acaso temor mayor que una casa sin espejos?
Tengo muchas palabras, pero las apilo ordenadamente y las guardo. Hay cinco bolsas enteras de las malas en la parte de atrás.
Dijiste que si quería podía comprar una ballena con todas esas palabras, pero prefiero sentarme sobre ellas y coserlas y hacerlas suéteres y mantas. ¿Tienes frío?
Yo sí, he vagado desnuda por el bosque de noche, tratando de encontrarte, y mis pies están sucios.
Enviado por Roxana Martinez para Lo Saqué Del Bolsillo
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Ilustrado por Javier Martinez
Fotografía: Dirty Hippies Productions
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