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Ambivalencia

miércoles, junio 15, 2016Bolsillo Público

Decirnos “Te quiero” fue un eufemismo de nuestras arrebatadas pasiones. No imaginarías lo mucho que me alentaba tu mar de adoración. Y te confieso, cada mal deseo que disparaba mi boca salía inyectado de diáfanas ambiciones. No hay cabida aquí en forma y espacio para expresar el mar de bienestares en el que navegaron mis deseos para ti.

Ojalá te sentaras una mañana junto a mi almohada, te contaría los pequeños sueños que se me cruzaban en las noches y madrugadas; que te soñaba siendo ama y guerrera de tu universo, compartiendo y alentando los combates de mi vivir. Que te soñé en el gran patio de mi haciendita, recogiendo las ciruelas que te pedía en la mañana, mientras te hacía un café con galletitas para acompañar tus lecturas matutinas..

Te extraño de mil y una formas, desde cómo me desesperas, hasta cómo me envuelves en tu tierno y apasionado besar. Los días pesan en tu ausencia, y yo los esfumo entre fórmulas dietéticas, música y cielos escurridizos.

Mírame y recuérdame un poquito, que sí te adoré y mucho, que el universo te hizo parte de mi, y me hizo parte de ti, aunque fuera solo desde mi cálido, confuso y angustioso querer.

Que te quise y no te quise; que me olvidaste pero aun me recuerdas; que me odiabas pero con cariñito; las miradas tiernas, las palabras violentas, el susurro y la lágrima incierta; todo cabe en nuestra maleta de ambivalencias.

Pero mira tú, nadie jamás nos quitará la huella del corazón; ni igualarán la receta de nuestro amor, toda una ambrosía.

Enviado por Annabel Lee para Lo Saqué del Bolsillo
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Fotografia: Annabel Lee

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