Hubo un joven que desde niño quería estudiar una carrera con la que aspiraba a convertir su imaginación y todas las cosas hermosas y temibles en formas, texturas, tamaños y colores; sus cuadernos de matemáticas eran su galería de arte al igual que los de física, química y biología.
El tiempo pasó, el niño se volvió un joven adulto cuyo talento resaltaba de sus crayolas imaginarias, sus témperas mentales y su pincel de los sueños. Años después, entró a una escuela para jóvenes adultos donde conoció mucha gente; sí, es verdad; pero, todos empezaron a recoger un poco de sus colores para obtener un poco de la apreciación de sus superiores; muchos luchaban por ser como él, otros simplemente se desprendieron de las mismas garras del círculo gráfico donde sabían cómo le quitaban el color de su mente poco a poco y quisieron entrenar su voz creativa en otro lugar.
El joven adulto conoció, se enamoró, tuvo sexo muchas veces, pero rara vez fue amado de verdad. amaban su talento, amaban sus crayolas imaginarias y todos querían ser sus amigos, hasta que un día llegó alguien desde la tierra lejana de la emoción de los colores y de un soplido opacó toda magia del joven adulto. Desde ese momento nadie quiso hablarle, nadie quiso hacer grupo con él, nadie le hablaba para trabajar en el mundo real, sólo se volvió un simple mortal, un simple mortal que veía cómo el mundo creativo crecía con gente que cada día llegaba con diferentes poderes, también él como otros en manadas trataban de apagar la luz de sus talentos, y cómo poca gente que conocía el mundo de las personas involucradas en las formas, texturas, tamaños y colores armaban sus escudos y máscaras de oxígeno, para que no les llegue la mala vibra de aquellas manadas sanguijuelas destructoras y sin escrúpulos que no miran ni sienten el corazón de cada uno de estos seres con poderes especiales de la creatividad.
Desde ese momento, el joven adulto se convirtió en un niño otra vez; para no escuchar, ni ver, ni sentir el malvado sitio que respira detrás de este maravilloso entorno de imaginación y armonía, y empezó a ser él mismo, solo para ver quienes eran las personas que en algún momento lo quisieron sin ver sus crayolas mágicas y quien lo amó de verdad, para poder ser cuidado mientras crece no solo como un habitante más de este hermoso lugar, sino como la persona hermosa que alguna vez fue.
Fotografia por: Jeff Sheldon |
Enviado por: Anna la plenna para el Bolsillo Público.
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