Creo en el amor como vasos de agua en el fondo de un oasis, llenos de la imposibilidad de ser bebidos.
Creo en cualquier cosa.
Mis ojos creen en la timidez de las miradas, en la guerra sonrisa-corazón, en todas las piedras felices tropezadas.
Creo en las bocas que se callan la rabia, que se atragantan de silencios, creo en el amor a última vista, en los ancianos coqueteándose en los parques, en las flores que pronostican su marchitar en la caída.
Aprendí a resistir de frente cada golpe, a esquivar cada bandada, a cerrar los ojos, pero a poner el pecho cuando viene hacia mí a toda mierda el final.
Aprendí a descoser cada costura remendada de mi alma
para mirarme al espejo y decirme susurrando con los ojos: Libertad.
Sustituí la cotidiana humedad ocular por los teclados, cajas de plastilina por cajetillas de cigarros.
Y la sonrisa.
La sonrisa.
Por la banalidad de una expresión curva (hacia abajo) facial.
Creo en el amor como vasos de agua en el fondo del oasis.
Creo que ya he perdido la fe.
O la sed.
Enviado por Efrain Carbonó para Lo Saqué Del Bolsillo
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Fotografía:
Frank Van Donden
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